La Iglesia la podemos definir como universal e invisible, que consiste de todo el número completo de escogidos, que han sido, son y serán reunidos en uno, bajo Cristo como su cabeza; y es la esposa, el cuerpo, la plenitud de Aquel que lo llena todo en todo.
- Debe preservar la Palabra de Dios. Esto es mantener y defender la verdad en contra de todas las fuerzas de la incredulidad y el error (Tito 1:9–11 y Judas 3).
La historia de la Iglesia está llena de evidencias de fracaso humano, corrupción mundana, infidelidad, desviación doctrinal, indulgencia y debilidad. No obstante, el Señor es quien sigue construyendo la Iglesia. Hasta en los tiempos más asoladores, siempre “ha quedado un remanente escogido por gracia (Romanos 11:5).
Si usted es un creyente de la palabra de Dios tal como yo, entonces no debe de haber duda en su corazón de que Jesucristo lo levantará de entre los muertos y/o lo arrebatará para encontrarse con Él.
Si las iglesias evangélicas son las cuales predican que Cristo murió y resucitó, y que vendrá nuevamente por Su iglesia para librarla de la ira venidera (Apocalipsis 3:10) porque creen en un arrebatamiento pretribulacional, por ello desde los púlpitos es necesario que se predique sobre el arrebatamiento de la iglesia.
Cuando yo era niño, más o menos una vez cada treinta días se predicaba sobre el arrebatamiento de la iglesia. En ese entonces, los creyentes no tenían el conocimiento profético de nuestros días; lo que el conocimiento que se recibía directamente de los siervos de Dios que escudriñaban los libros proféticos y que por guía del Espíritu Santo le compartían al pueblo de Dios, que el gran acontecimiento cada día estaba más cerca. Eran tiempos de gran avivamiento donde las prédicas sobre el arrebatamiento de la iglesia regocijaban a los creyentes de tal manera que los hacía orar y ayunar más, evangelizar con más ímpetu, buscar el rostro del Señor con mayor anhelo y alegría.
Los días de hoy son diferentes. Los “pastores y seudoapóstoles” no entran en este tema debido a que existen tantas posiciones y corrientes dentro de la iglesia que temen causar más confusión y división entre la iglesia que ser edificadores de los últimos tiempos. La iglesia de hoy está más enfoca en el igle-crecimiento o crecimiento de la iglesia, lo cual garantiza mayor cantidad de miembros. Los temas que se enfocan en el crecimiento espiritual son cada vez menos predicados, por lo menos es el sentir en muchas iglesias en países occidentales.
Además también hablar sobre el arrebatamiento de la iglesia contrasta con el esquema de la prosperidad que dichos “pastores y apóstoles” desean hablar. Cuando yo tenía 10 años, me encantaba escuchar y conocer cómo sería ese grandioso acontecimiento, el arrebatamiento de la iglesia. Yo estaba persuadido en ese entonces, que 30 años más tarde, el ímpetu y la frecuencia sobre el tema del arrebatamiento de la iglesia sería inminente en todas las iglesias; que sería uno de los principales temas de predicación, enseñanza y círculos de estudio entre los creyentes de los últimos tiempos.
Siempre me he hecho esta pregunta: ¿por qué no se habla sobre el arrebatamiento de la iglesia? Un día tuve la excelente idea de esbozarle esa pregunta a mi Padre Celestial: ¿por qué no se predica sobre el arrebatamiento de la novia de Cristo? Nunca pensé que la respuesta llegara tan rápido, mucho menos el tipo de respuesta que Dios me dio. Jehová me dijo: hijo, es lo mismo por lo que no se habla sobre santidad. Wao. Me estremecí y dije por supuesto. Simplemente la iglesia no está preparada para este tipo de sermones. Hablar del arrebatamiento de la iglesia, involucra cambiar radicalmente toda estrategia.
Significa dejar a un lado las prédicas sobre cómo acceder al dinero; sobre como Dios te quiere prosperar; sobre como Dios no quiere que sean pobres; dejar a un lado los eventos pagados, los conciertos de tal artista cristiano, las malas actitudes de los pastores que se ensanchan con los hermanos hasta odiarlos y sacarlos de la iglesia porque simplemente hizo algo que le molestaba personalmente, o que seguramente hizo algo inmoral y no quiere que la iglesia se entere, etc. parece ser que hemos revertido el sentido de lo que Dios verdaderamente está buscando de nosotros.
¿Qué quiere Dios de nosotros? Que seamos una novia digna de ser escoltada hasta al Altar en las Bodas del Cordero (Apocalipsis 21:9). Que seamos dignos de ser la novia del Cordero, la desposada. ¿Cómo es esta novia? Llena de gloria, sin mancha, sin arruga, principalmente santa. La iglesia del Señor tiene que ser santa y para ser santa tiene que andar en santidad. Dudo y hasta puedo asegurar las supuestas santidades de algunas iglesias, donde sus pastores o líderes son solamente unos depravados rapaces, solapados que aunque ya no pueden tener sexo con su esposa “la pastorcita” entonces quieren buscar placeres en la congregación. Cristo viene a buscar una iglesia que viva en santidad. Tal como dice la carta a los Efesios: a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha (Efesios 5:27).
La palabra rapto no se encuentra en las Escrituras porque es una palabra derivada del latín. El equivalente de la palabra arrebatamiento en griego es harpazo, que fue la que el apóstol Pablo utilizó en 1 Tesalonicenses 4:17. Esta palabra harpazo significa ser arrebatados o atrapados. La raíz de la palabra significa “levantar del suelo”. El Señor Jesús levantará del suelo a una iglesia santa, que vive en santidad. ¿Cómo se vive en santidad? Orando sin cesar, crucificando nuestra carne; desprendiéndonos de las cosas terrenales; compartiendo los bienes que Dios nos ha dado, compartiendo las alegrías y los sufrimientos; dando pan y cobijo al que no tiene nada; amando a los que nos odian; buscando las cosas del Reino de Dios y no las de este mundo; haciendo planes de todo lo que haremos cuando vivamos en la Nueva Jerusalén.
Esta es la iglesia que Jesucristo viene a buscar en el arrebatamiento. No es mi intención entrar en polémica sobre si existe o no un arrebatamiento de la iglesia. Pienso que la polémica ya existe y es extensa. El punto es que debemos vivir acorde a lo que nos dice Dios en Su Palabra. Tenemos que vivir en santidad, y vivir en santidad no significa que tenemos que ser aburridos o religiosos; significa vivir enamorado de Jesucristo, es sentir el Espíritu Santo de Dios en todo lo que hacemos, vivir con pasión por el evangelio; significa el vivir en nuestro entorno social, cultural y económico; con nuestras costumbres, nuestras metas y anhelos; con nuestras personalidades y sellos personales, pero sin perder la mirada en las cosas de Dios Mateo 6:23).